domingo, 8 de abril de 2018

"Autorretrato"

Mi infancia son recuerdos de un patio muy pobretón,
pobre o triste, como sea, todo me da igual
de recuerdos felices tengo una gran colección.
Es muy triste que embarquen todos en un vasto acal.

La edad no perdona los errores del pasado,
los peores momentos en un baúl guardados son
por la curandera del corazón aboyado,
que me dió la vida bajo gran desesperación.

Aquel colosal muro a dos pies intenté saltar,
pero mi suerte la zancadilla me colocó,
y aquella hermosa flor a punto estuvo de cortar,
pero en vez de a ella, a la más pura clavel se llevó.

Duele ver que la herida tarda años en curar,
años fugaces que la vida no perdonará.
El dolor en mi soledad prefiero rehabilitar,
porque el karma en la herida con su ruin dedo hurgará.


jueves, 26 de octubre de 2017

FRANKESTEIN O EL MODERNO PROMETEO DEL SIGLO XXI (Capítulo 1, CARTA 1)

FRANKESTEIN O EL MODERNO PROMETEO DEL SIGLO XXI
 (Capítulo 1, CARTA 1)

Primera carta de Emma a su compañero Antón
Martes 18 de marzo de 2052 Yakutsk, Rusia

Querido Antón,
Siento no haberte escrito antes, pero he tenido que desplazarme a Yakutsk ya que me dieron una pista sobre el creador del clon.  Me duele en el alma decirte que la pista de Moscú era falsa. Espero poder encontrarle ya que me merezco ese ascenso.

Como puedes observar no te he mandado un e-mail ya que no hay internet en este lugar tan remoto del planeta, así que tendrás que conformarte con las cartas. A parte de la falta de internet, aquí hace un frio de narices, hay 40 grados bajo cero fuera y dentro de la choza no asciende de los 20 grados bajo cero, no sé cómo la gente puede vivir aquí. Es el mejor lugar para torturar a alguien y el peor para intentar llevar una vida normal y corriente.

Creo que acabaré pronto ya que en este lugar hay una población de 14 personas y no tardare mucho en investigar y hablar con todos.

De verdad no puedo entender como alguien pudo hacer eso a la humanidad, el clon es la pieza desencadenante para otra guerra, menos mal que pudimos detenerlo antes de que la pudiera comenzar a sembrar el caos. Pero ambos sabemos que ese era de prueba y hasta que el Estado no consiga lo que quiere, no parará.
Me duele ver como el mundo ha avanzado tecnológicamente, pero ha retrocedido moralmente, la gente prefiere el dinero a la paz o el poder al amor.
 Para llegar a Yakutsk he tenido que pasar por un montón de pueblos y se me ha llenado el alma de alegría al ver a los niños jugar en la calle con cualquier cosa que encontraban, o a las familias reuniéndose diariamente para hablar de su día a día, haciendo caso omiso a los ordenadores y móviles. Incluso, los domingos por la mañana no se le veía el pelo por la calle a la gente, estaban en la iglesia dándole gracias a Dios por estar sanos y unidos. La tecnología lo ha destruido todo.
Si, suelo reflexionar bastante ya que por la noche el frío no me deja dormir, espero volver cuanto antes.

Un abrazo, Emma.

FRANKESTEIN O EL MODERNO PROMETEO DEL SIGLO XXI (Capítulo 2, CARTA 2)


(Capítulo 2, CARTA 2)

Segunda carta de Emma a Antón
Lunes 24 de marzo de 2052 Yakutsk, Moscú

Querido Antón,
Ha pasado una semana casi y no te he escrito porque he estado muy liada con la investigación.
Solo tengo un sospechoso de momento, es un hombre, de mediana edad, pelo castaño, ojos oscuros, de estatura media y un semblante serio y misterioso.
He hablado con algunas personas y la mayoría eran mujeres y niños ya que hay muy pocos hombres aquí, y todos me han dicho lo mismo, es una persona extraña. Durante el día está metido en casa y al anochecer suele salir de vez en cuando por provisiones o para ir al bosque, nadie sabe por qué. He intentado hablar con él, pero no he tenido el placer ya que nunca me abría.
Me faltan un par de personas con las que hablar, una mujer y un hombre. Pero no creo que me digan nada nuevo.
No sé qué hacer, tendré que salir al anochecer para poder encontrarlo en la única tienda del pueblo y poder hablar con él.
Estar aquí es un horror, se me está acabando la leña y no sé qué hacer para conseguirla, la gente va al bosque a talar árboles, pero yo no tengo ninguna herramienta para conseguir la leña. Además, mi inmunidad va cada día a peor, he cogido el peor de los catarros que puede haber y siento que la llama de mi vida se va apagando. Si no tienes noticias mías pronto, siento decirte que el frío y la enfermedad me ha consumido y puede que esta carta sea un adiós, un adiós definitivo.
Por eso aprovecho y te digo que, en estos tres años trabajando juntos te has convertido en algo más que un compañero y amigo para mí, te he cogido un cariño muy especial y se podría decir que te quiero, te quiero como nunca he querido a nadie. Te quiero por tu forma de ser, por tu forma de tratarme, de cuidarme… Siento decirte todo esto en estas circunstancias, pero no estaré tranquila si no te lo digo nunca.

Un abrazo, Emma. 

FRANKESTEIN O EL MODERNO PROMETEO DEL SIGLO XXI (Capítulo 3, CARTA 3)


(Capítulo 3, CARTA 3)

Tercera carta de Emma a Antón
Miércoles 26 de marzo del 2052 Yakutsk, Rusia

Querido Antón,
¡No te puedes ni imaginar lo que de descubierto! Se puede decir que ya no tenemos por qué preocuparnos de los clones. Pero para que lo entiendas todo te voy a relatar todo desde el principio.
Bien cómo te he dicho en la última carta, sospechaba de un hombre de este pueblo, con las pocas fuerzas que me quedaban fui a interrogar al hombre, por desgracia no averigüé nada nuevo, pero, cuando fui a casa de aquella mujer la puerta estaba abierta, pero dentro no había nadie.
Me pareció muy raro, por lo que me introduje dentro y la busqué, pero en aquella choza no había rastro de ser humano.
 Tras buscar alguna pista de donde podría estar encontré una grabadora, encendí el fuego y me senté al lado de la chimenea y me puse a escucharlo.
Todo parecía tan irreal, la grabadora decía lo siguiente:
“Si has encontrado esto significa que es hora de mi interrogatorio, siento decirte que mi historia la oirás a través de esta grabado ya que en estos momentos mi cuerpo estará tirado, sin vida en algún lugar del bosque.
Bien, empecemos.
Mi nombre es Ekaterina Kuznitsova, he nacido en Úglich el día 3 de agosto de 2021. Soy la mayor de 6 hermanos; Ana, Alexandr, Olya, Svetlana, Igor y yo.
 Mis padres, Nastea y Sergey siempre nos han dado mucho amor y fuimos felices a pesar de ser una familia muy pobre. Casi nunca había comida en casa y por ello mis padres se pasaban el día fuera de casa trabajando y no tenían casi tiempo para estar con nosotros.
Como hermana mayor tenía que ocuparme de mantener la casa limpia y cuidar de mis hermanos, sé que es difícil de creer que, vivíamos tan mal con lo avanzado que estaba todo, pero, incluso hay gente que vive peor.


FRANKESTEIN O EL MODERNO PROMETEO DEL SIGLO XXI (Capítulo 4, CARTA 3)


(Capítulo 4, CARTA 3)

La primera gran desgracia fue que mi querida madre, mi modelo a seguir, estuvo gravemente enferma, tarde nos dimos cuenta, el cáncer estaba en el 4 grado ya, demasiado grave para ser curado. Todavía me acuerdo de cómo nos lo contó. Estaba mi madre sentada en aquella vieja y desgastada cama, mis tres hermanos más pequeños; Ana, Alexandr y Olya, estaban tirados en el suelo con la mayor inocencia que puede haber, mientras que Svetlana e Igor estaban cómodamente sentados en el sofá, yo por mi parte sabiendo que algo no iba bien estaba tensamente apoyada en el umbral de la puerta con mi padre.
Empezó a hablarnos con la voz más dulce y calmada que podía poner…
-Hijos míos…- hizo una pequeña pausa- quiero que sepáis que mamá os quiere mucho, muchísimo de hecho. Que un día no esté no significa que deje de hacerlo. – empezó a sollozar levemente- Me alegro de irme sabiendo que a pesar de la circunstancia en la que estamos viviendo, os he criado bien, os he dado unos valores y sé que haréis lo que sea para que la familia esté bien. -mi padre con lágrimas en los ojos abandonó la habitación- quiero que os cuidéis los unos de los otros y que yo esté donde esté cuidare de vosotros. -ahí mi madre ya no lo retuvo más y lloró desconsoladamente
- ¿Pero mami que te pasa? -pregunto Ana sin entender nada
-Cariño, mami está enferma, cuando seas un poquito más mayor lo entenderás- contestó a la pequeña con la voz quebrada y los ojos rojos de tanto llorar. – Podéis iros a jugar y vosotros- refiriéndose a Svetlana, a Igor y a mí- a hacer los deberes- antes de abandonar la habitación me llamó- Ekaterina, quédate por favor. – Yo sabiendo ya lo que pasaba corrían por mi cara las lágrimas cual catarata – hija, voy a hablar contigo como con un adulto, hace poco me empecé a encontrar mal y tu padre y yo fuimos al médico, me diagnosticaron cáncer -empecé a llorar más fuertemente y mi madre llorando también me abrazó- ¡Oh, no! cariño, no llores-
-Mamá no… es que no -sinf snif- no poder ser -lloraba desconsoladamente- ¿Por qué a ti? ¡POR QUÉ! – mi madre me acariciaba el pelo intentando tranquilizarme, al rato cuando ya estaba más serena, siguió hablando-
-Verás hija, ponto ya no estaré con vosotros y escúchame bien, tu padre está destrozado y no podrá llevar la familia él solo, por eso tú, le tienes que ayudar, yo confío plenamente en ti y en que lo harás bien – me miro intentando esbozar una sonrisa
-Te lo prometo mamá, me desviviré por nuestra familia.
Por desgracia a pesar de hacer todo lo posible, de hecho, dejé de estudiar para poder traer dinero a casa, pero, después de fallecer mi madre, mi padre empezó a beber, perdió su trabajo, nunca estaba en casa y no nos prestaba atención a ninguno.


FRANKESTEIN O EL MODERNO PROMETEO DEL SIGLO XXI (Capítulo 5, CARTA 3)


(Capítulo 5, CARTA 3)

La segunda peor noticia de mi vida vino muy seguida de la primera.
Un día como otro, estaba limpiando tras llegar de trabajar con ayuda de Ana y Olya la casa, cuando de repente llamaron a la puerta.
-Señorita… - hizo una pausa mirando su libreta - Kuznetsova- Había un policía y una vestida muy formalmente con semblante amargo
-Si, yo soy Kuznetsova, Ekaterina Kuznitsova. – contesté sin entender nada
-Bien – prosiguió el policía – ¿es usted el contacto de emergencia de Sergey Kuznitsov?
- ¿Qué ha pasado? - pregunté esperándome lo peor, el policía miró a la señora y siguió hablando
-Siento decirle su padre, por lo que me imagino, ha sido encontrado ahorcado en el bosque -sentí que se me cayó el mundo encima ¿por qué me pasaba todo a mí?
-No puede ser, no, es qué es imposible… -negaba una y otra vez, no podía creérmelo
-Señorita Kuznitsova –habló esta vez la mujer- vengo del orfanato de Moscú, y por ser usted menor de edad no puede hacerse cargo de sus hermanos -sentí como todo empezaba a verse borroso hasta que en un dado se vio todo negro.
Me veía caminando por un prado, a lo lejos vi un árbol, debajo había una mujer con pelo largo y castaño, vestida de blanco y estaba leyendo un libro. Era mi madre.
-¡Mamá, MAMÁ!- corrí hacia el árbol, al llegar a ella me abrazó con fuerza
-Mi amor, todo saldrá bien- me deposito un beso en la cabeza, mientras yo lloraba cual niña pequeña en sus brazos -solo tienes que ser fuerte
De repente empezó a llover, levanté la cabeza y miré al cielo, sentí un vacío, mi madre ya no estaba. Empezó a tronar, los truenos estaban cada vez más cerca, hasta que uno me dio. Me levanté de golpe sintiendo que me falta la respiración. Entonces visualicé a mis hermanos alrededor mío, más la señora y el policía.
-¿Qué ha pasado? -pregunté confusa
-Se ha desmayado usted -me contestó el policía -tome un vaso de agua- me ofreció la señora
-Gracias- contesté, mientras bebía la señora volvió a hablar
-Verás señorita, siento el disgusto, pero tendréis que coger vuestras cosas y veniros conmigo al internado de Moscú.
-Está bien, pero podéis venir más tarde, necesito preparar las cosas y hablar con mis hermanos. -dije en tono neutro
-Está bien -dijo al rato, no muy convencida- a las 8 estamos aquí. Entones ambos, policía y señora, abandonaron la sala.
Reuní a mis hermanos y empecé a hablar.
-Chicos, tendréis que iros una temporada a otra casa, prometo ir por vosotros dentro de poco, pero tenis que tener paciencia -dije lo más cariñosamente posible
-¿Pero tu donde te vas? -preguntó Alexandr confuso
-Tranquilo pequeño, pronto estaré de vuelta.
Entonces cogí mis cosas, lo más básico y partí hacia ningún lado dejando mi hogar y a los que más quería atrás.


FRANKESTEIN O EL MODERNO PROMETEO DEL SIGLO XXI (Capítulo 6, CARTA 3)


(Capítulo 6, CARTA 3)

Me desperté en un lugar que no conocía, sorprendente cálido teniendo en cuenta que perdí el conocimiento por el frío.
Miré a mi alrededor para buscar algo conocido, pero nada, no había nada que pueda identificar al dueño de aquel cuarto.
De repente entra alguien en el cuarto, por la tenue luz que había no pude identificar si era un hombre o mujer, mientras más se acercaba mejor podía ver que era un hombre, de mediana edad, bastante alto y bastante guapo he de decir.
-¿Qué tal te encuentras? -preguntó amablemente
-Mmm…bien, supongo – contesté confusamente- ¿Quién eres, y como he llegado aquí?
-Soy Sergey -me estremecí al escuchar su nombre, me vinieron todos los recuerdos de golpe, mis difuntos padres, mis hermanos, ahora en un centro de acogida- y te he encontrado tirada en el suelo cuando iba de camino a San Petersburgo y decidí traerte conmigo -estaba tan confundida en parte porque no me acordaba de nada -Bueno descansa que has tenido un duro viaje, te he dejado comida en la cocina, yo me tengo que ir a trabajar – asentí y Sergey se marchó por la puerta.
El hambre me estaba consumiendo, me levanté y emprendí la búsqueda de la cocina, al rato la encontré. Observé aquella magistral mesa, llena de manjares que en mi vida pude comer. Tras saciar más que bien mi hambre recogí y lave todo, y me puse a mirar por la casa.
Vi un ordenador, por desgracia estaba roto, pero no pasa nada, desde pequeña se me dio muy bien la tecnología, yo diría que tengo un don. Como no, conseguí arreglarlo.  A la noche llegó Alexandr.
-¡Hola! -saludó efusivamente
-¡Hola!- contesté yo igual. -¿Qué tal tu día? -pregunté
-Bien, bien ¿oye y cómo es que el ordenador ahora funciona? -me miró sorprendido
-Es que vi que estaba roto y como no tenía nada que hacer pues… lo siento -contesté apenada
-No tranquila, de hecho, te debo una ya que intenté arreglarlo y lo llevé a un profesional y nada, dijo que estaba para tirarlo -agregó alegremente probando el ordenador, me sonrojé. – Si quieres que te lleve a tu casa o algún lugar, no habría problema -miré tristemente al suelo- ¿Qué te pasa? – me preguntó el acercándose a mí.
-Es que… yo no tengo casa… -dije casi susurrando, aun mirando al suelo.
-Bueno, tranquila, puedes quedarte aquí hasta que encuentres un lugar donde alojarte. De hecho, en mi empresa necesitamos a alguien que sea bueno con los ordenadores. Si quieres mañana te presento a mi jefe y que te haga una entrevista.

-Si… bueno, está bien -dije tímidamente

"Autorretrato"

Mi infancia son recuerdos de un patio muy pobretón, pobre o triste, como sea, todo me da igual de recuerdos felices tengo una gran colecci...